lunes, 26 de diciembre de 2011

ANÁLISIS INTERCULTURAL DE ALGUNAS ETAPAS DE LA VIDA.



  • PASO DE LA NIÑEZ A LA ADULTES

En las culturas originarias, es una constante, la existencia del paso desde la NIÑÉZ a la ADULTEZ, pues en sus concepciones psicológicas y sociales, la adolescencia no existía. Esta etapa de la vida es habitual en nuestra cultura, se desarrollan ritos, ceremonias, prácticas adolescentes, sobre todo en los tiempos actuales.
Existen numerosos criterios para definir este período: el fisiológico y el psicosocial, entre otros. El primero de ellos se basa, para definir la adolescencia, en elementos netamente físicos, es decir, la transformación corporal provocada por procesos hormonales, que denotan la etapa de tránsito entre la niñez y la adultez. El segundo criterio, pone especial atención tanto al desarrollo de la psique del individuo, como a las concepciones sociales que permiten que una persona sea adolescente; por ejemplo, en la actualidad, la adolescencia psicosocial ha incrementado su duración debido a que cultural y socialmente, los y las jóvenes han aumentado su tiempo de dependencia económica de los padres dada la extensión de los años de estudio. Por tanto, el adolescente, deja de serlo sólo cuando es capaz de autosustentar sus gastos de vida y logra hacerse responsable de sus quehaceres.
Las fuentes son escasas sobre este tema, en Internet, y también en la bibliografía impresa, por lo cual sólo citaré el libro de Siley Mora “Magia y secretos de la mujer mapuche, Sexualidad y Sabiduría Ancestral” a este respecto.
En la cultura mapuche la niñez y la adolescencia ser una sola etapa de la vida, pues el momento en que la niña experimenta su primera menstruación, inmediatamente se transforma en mujer siendo el Kurenhuekel (tránsito de niña a esposa) la ceremonia donde se exalta la realeza femenina, “fue el rito cumbre y final de los festejos de nubilidad mapuche”1.
Mora explica que el período de tránsito de la niña hacia la adultez, comienza el año anterior a la menarquia de la joven, es decir a los doce años, generalmente. Los mapuches realizaban una extensa fiesta y ceremonia para celebrar este acontecimiento, ya que dentro de su cultura la figura femenina era enormemente valorada y ellas eran visualizadas como seres de poder inmensurable. Este ceremonia era llamada Ülchatun, donde la niña era bañada por última vez por su madre y se le entregaba su nuevo ajuar de mujer mapuche consistente en ropajes: chamal e ikulla, y joyas de plata: trarilonko y nitrowe. En la actualidad, poco queda de este ceremonial, pero aun se realiza cuando la madre entrega pañuelos de colores cuando su joven hija ya está en edad de casarse2.
La situación es muy distinta en la cultura chilena, pues por acuerdo social implícito, los y las jóvenes deben, antes de planear casarse, terminar sus estudios de enseñanza media y si sus expectativas-capacidades así lo quieren, asistir a la Universidad. No obstante,el tránsito biológico si es un momento de transformación: los y las jóvenes entran en edad fértil y los padres, colegios y ellos mismos, deberán hacerse responsables de prevenir embarazos no deseados.

  • MATRIMONIO

En todas las culturas, antiguas y actuales ha existido la unión entre seres humanos de distinto sexo con la finalidad de formar una familia, tener hijos, compartir la vida y conformar un núcleo de confianza, reciprocidad, complicidad y amor.
En la cultura mapuche, según lo señalado por Siley Mora, las mujeres al cumplir doce años, posteriormente a su primera menstruación entraba en edad de casarse. El año anterior a su menarquia la niña era la protagonista de una serie de ceremonias de nubilidad que comenzaban con el Ullchatun donde se le entregaba su primer trarilonko, nitrowe, chamal e ikülla; y terminaba con el Kurenhuekel (tránsito de niña a esposa), a través de éstas la niña asume su nuevo rol dentro de la familia. A las mujeres que entraban en este período se les llamaba, (aun se utiliza esta palabra) Fütapura “la que aspira a teñir su alma por un marido nombre”. Este elemento es relevante en el proceso del matrimonio, pues culturalmente, la mujer mapuche aspira a casarse con el mejor hombre: un Fütawentru, pues pensaban que en la primera relación sexual, la mujer quedaba marcada con la energía del hombre, él sentaba la base de su capacidad engendradora de energía, y por ende, de una buena descendencia.3 Esta es la razón de porqué en ocasiones, mujeres jóvenes se casaban con hombres de mayor edad y que no les importaba ser la tercera o cuarta4 esposa de un fütawentru.
Entonces se puede destacar que una de las finalidades del matrimonio en la cultura mapuche es procrear buena descendencia, punto central en los criterios utilizados por las mujer mapuche al momento de escoger a su marido. Lo anterior tiene un significado profundo, ya que tanto el hombre-wentru como la mujer-domo, según su cosmovisión, vienen a la Mapu a descubrir el secreto de la naturaleza, por tanto ambos deben alcanzar su máxima superación en vida, por eso, entre otras cosas, deben buscar la mejor semilla para traer un hijo al mundo.
Según la etimología de la palabra Domo-mujer “lo femenino en la cultura mapuche representa el medio que dispone la naturaleza para acrecentarse y mejorarse a sí misma, una suerte de instrumento personalizador de la abundancia, la fecundidad y el poder de “ser más”, por eso “la mujer siempre sabe como aproximarse al hombre, que es una suerte de semilla prematura del cielo, para que éste encarne y materialice su misión divina. (…). Ella es la que “despierta” al hombre, lo prueba y le exige perfección.”5
Por su parte en el mundo aymara, el matrimonio consiste en la unión de dos iguales, a través de lo cual podrán acceder a una condición superior en la organización social, ya que llegan a ser japi, personas completas. Pero también, el matrimonio es una unión de diferentes, cuyas diferencias deben respetarse y mantenerse para velar por la equidad de ambos.6

Con respecto la línea que siguen las familias, tanto la cultura mapuche, como la aymara son patrilineales, es decir, el novio lleva a la novia a vivir con sus padres. En ambos casos se desarrolla una compleja ceremonia, llena de rituales que se pasan a describir a continuación:
En la cultura mapuche, tradicionalmente, se celebra otra ceremonia, consistente en el rapto de la novia, que tiene mucho de teatro, pues representa una imagen romántica para la mujer-novia la cual “es robada a caballo por el novio quien se hace acompañar por sus amigotes y parentela, por otro lado el padre y los hombres de la comunidad permanecen como árbitros lejanos observando que las cosas no se pasen a mayores, en tanto las mujeres gritan y salen en defensa como para evitar el rapto, asunto ya pactado y zanjado por el padre.”7
En el caso de los Aymaras, antes del matrimonio, la pareja convive, situación que se denomina sirwisiña. Y como se señaló anteriormente, el joven lleva a vivir a su futura esposa a la casa de sus padres (waynaw irpantasi), para que se habitúe a ser esposa, la suegra le ayuda y enseña durante un período que puede variar entre tres semanas y tres meses.8 Sin embargo, antes de esta aceptación de la convivencia, los padres del joven se resisten y reprimen firmemente esta acción, revisando si ya cumplen con una serie de requerimientos sociales para poder casarse.9 El inicio de esta convivencia debe ser informado rápidamente a la familia de la señorita, para iniciar las reuniones que llevarán a formalizar la unión.

los familiares del hombre deben rendir honores a los padres de la novia apartándole licores y comidas. Este es el sart'aña, es decir el acto formal de pedir la mano al cual asisten ambos novios. Los familiares del novio aportan licores y comida (umañ manq'aña) (…) esta visita que es la última porque aquí se resolverán todos los pormenores y especialmente la fecha en que se celebrará la fiesta matrimonial (en el mundo aymara, la boda es ante todo la fiesta comunitaria). En esta última visita llamada irpaga o irpaqasiña, y que se realiza generalmente de noche, durando la conversación hasta el amanecer, se pregunta a los novios el porqué se han propuesto ser marido y mujer (kunjamats, kawkjamats juchar puripta) o si hubo engaño en el compromiso (k'tich ar churarqitu).
Finalmente, siempre en esta última visita, los novios son declarados marido y mujer, para ello el padre de la novia se expresa generalmente así: “Ya no eres mi hija, eres hija de tu suegro y suegra. Te portarás bien y no harás levantar mi nombre ni mi honra, avanzarás siempre fijándote adelante y atrás” (Janiw nan wawajakxtati, awkch'iman taykch'iman wawapaxtaw, Sum sarnaqata, janiw nayan sutj aynaqayitätati, k'amarak nayan qamasajas, q'ip nayr uñtas sarata). Para esta visita se va acompañados de un grupo de música y es a sus sones que a la madrugada el novio se llevará legítimamente a la novia cantando “jalayasintwa, jalayasintwa ...” (Me la estoy llevando, me la estoy llevando ...). Es a partir de esta visita que representa el anuncio oficial, que la comunidad se percata y reconoce el matrimonio (jaqichasiriw utjani).”10

Otro elemento muy importante que es una constante en las culturas originarias, radica en que los matrimonios eran pactados con objetivos políticos, económicos y sociales. Pues, por ejemplo, dentro del mundo mapuche el matrimonio “era la oportunidad de afianzar lazos con otras comunidades y territorios, no es extraño encontrarse con parentescos mapuches muy lejanos y al avanzar en los árboles genealógicos se encuentran con un familiar común que inicia el linaje”11, por tanto tenía un alto contenido político estratégico. Así mismo, para los aymaras el “matrimonio no es eminentemente un asunto personal, sino fundamentalmente un acontecimiento social, concierne a la comunidad empezando por los familiares más cercanos estos intervienen en el proceso de una u otra manera”, pues existen principios culturales de reciprocidad, colectividad, igualdad, y un mancomunado equilibrio12. En esta última cultura, se le llamaba palaw ratawa, por medio de la palabra, y regularmente los matrimonios se realizaban de esta forma y “los jóvenes no ponen resistencia, pues consideran que su unión no sólo les incumbe, sino también a las familias y a la comunidad, y que la elección hecha está basada en criterios justas y legítimos”13.
Las tradiciones respecto del matrimonio se han transformado sustancialmente, por el cambio en las creencias cosmogónicas, y han asumido costumbres chilenas, por ejemplo casarse a través del Registro Civil y la Iglesia, católica o evangélica.14

  • MUERTE

Para las culturas originarias, tales como la mapuche o la aymara, la muerte era un umbral, era parte de la vida misma, un pasaje a otra vida, concepción muy distinta de la occidental, derivada del cristianismo, que consiste en el cese de la vida, en espera del llamado de Dios, para vivir eternamente en el cielo, si el alma guarda un arrepentimiento por los pecados cometidos en vida.
Por ejemplo, con respecto a la figura del pecado, ésta no existía en la cultura mapuche, todas las “infracciones de las normas tradicionales, el adulterio, el hurto, el asesinato, etcétera, carecían de trascendencia moral y religiosa. Tenían el carácter de falta personal del hechor para con el ofendido, y podían ser vengadas por él o por la colectividad a que pertenecía, en caso de no admitirse la compensación”15.
Los aymaras tenían concepciones tradicionales similares, pensaban que la muerte era un viaje que completaba el ciclo de la vida: la cual “es concebida como eterna en el PACHA (universo). El origen de la vida tiene su principio, en la creación, por el SER supremo PACHACAMAK. La vida es sagrada, es decir, darán siempre un lugar a cada cosa; sobre todo la vida humana es inatacable e intocable”16.

Ambas culturas, consideraban que la muerte consistía en un viaje, por tanto, los aymaras incluían en el ataúd o sepultura del difunto “un segundo juego de ropa limpia, algunos artículos de uso que el finado en vida usaba mucho, una llijlla blanca o mantel para envolver y llevar a cuesta el equipaje usual de viaje, un poco de maíz tostado y charqui, las insignias de su dignidad o función (por ejemplo, el chal de cacique y un látigo de cuero). Así mismo, los mapuches, pensaban que la vida continuaba después de la muerte. El muerto se prolongaba en un doble exacto del cuerpo, el que seguía existiendo, “sujeto a las mismas necesidades y experimentaba los mismos sentimientos y deseos que los vivos. Para atender a estas necesidades, se enterraban con los muertos los objetos que les servían en su vida: alimentos, utensilios, caballos, etcétera”17.

El viaje contemplado en ambas culturas, consistía en un trayecto por el universo real, la Tierra, los ayamaras cruzaban la Cocha grande, buscando su destino más allá del “mar de las tormentas18. Así mismo, los mapuches, ubicaban el destino del viaje, hacia el oriente, cruzando el océano a través de la barca capitaneada por Nontufe19, el balsero de la muerte, para cruzar el Río de las Lágrimas “y llegar así a la isla -el País Azul- en que habitan los espíritus de nuestros Antiguos.”20
El tema del alma, tiene semejanzas y diferencias entre ambas culturas. Por ejemplo:

En cuanto a la concepción Aymara del Ajayu (ànima, espíritu, alma), este encierra un doble principio: INMANENTE Y TRASCENDENTE (lo que da el valor del ser en sí), lo que aclara el Jaqi, es decir el hombre Aymara está dotado de dos principios vitales, esto conforme a la concepción de Vida-Pasaje Viaje-Vida.
Porque para los Aymaras el Jaqi no muere en el sentido cristiano del término. Según esta concepción de la muerte (Pasaje-Viaje) se utiliza a menudo la palabra Chhaqhtawayxatanawa (se había perdido). Es decir que el Aymara posee Ajayunaka es por eso incluso antes de que muera el Jaqi dirán el Jaqi tal o cual no tiene Ajayu, y que este Jaqi Sarxaniwa (se irá, morirá), para la misma recurrirán al Ajayu irpiri, para que vuelva a ser Jaqi pleno o total. Porque cuando le falta el Ajayu trascendente es considerado como chikatjaqi (media persona).21

Por su parte, para los mapuches, el doble, al que se mencionó anteriormente, con la muerte se desprende del cuerpo, y comienza un tránsito de dos etapas: la de Am (alma) y la Pvllv (un verdadero espíritu). “El am es el espíritu de los recién muertos que aún no se ha alejado de los lugares y personas que frecuentaba en vida. Se hace presente a los vivos, a veces en forma humana; con más frecuencia en la de un animal, ave o insecto. Asiste invisible a las comidas y a todos los actos de la vida diaria; visita los cementerios y toma notas de las faltas y de las omisiones en los ritos funerarios, para hacer sentir su desagrado a los deudos22. El Am debe ser trabajada prolijamente, para poder ser escuchada por Nontufe, en vida e inclusive durante parte de la muerte, para lograr convertirse en un espíritu resplandeciente, un Pvllv. Cuando éste ha alcanzado “tanta profundidad que logre una transparencia en que se refleja también su imagen original” se transforma en un Pvllvam, “que suele morar a orillas de los volcanes porque tiene la capacidad de regresar para vigilar a los espíritus negativos que pudieran huir por sus cráteres de la Tierra de Abajo. El Pvllvam (Pillán) protege así la vida de su gente, de su Pueblo, de su cultura”23.

De aquí nace el culto de los antepasados, el cual es el núcleo central de la religión mapuche. “De ellos proviene todo el bien que se puede recibir: las buenas cosechas, la abundante reproducción del ganado, la salud, la vida de los hijos, la paz, etcétera. De ellos proviene, también, todo mal: las plagas de gusanos o de langostas, las sequías y las inundaciones que arruinan las cosechas, las epidemias que diezman el ganado o que matan a los hombres. Todas sus prácticas religiosas tienden a mantenerlos propicios o a aplacar su ira y su venganza”24.

NOTAS:
1 MORA, Siley, “Magia y secretos de la mujer mapuche. Sexualidad y sabiduría ancestral”, Pág. 33
2 Ídem.
3 Ídem, Pág. 22 – 31
4 La poligamia era aceptada socialmente en la sociedad mapuche y se consideraba símbolo de riqueza y poder, hoy esta costumbre ha desaparecido por razones económicas y la influencia del cristianismo.
5 MORA, Siley, “Magia y secretos de la mujer mapuche. Sexualidad y sabiduría ancestral”, Pág. 20
9 Ídem.
10 Ídem.
13 Ídem.
14 Ídem.
15 Texto extraído de Internet: http://www.profesorenlinea.cl/chilehistoria/Mapuchereligion.htm . Fuente: Historia de Chile”, Francisco Antonio Encina
17 Texto extraído de Internet: http://www.profesorenlinea.cl/chilehistoria/Mapuchereligion.htm . Fuente: Historia de Chile”, Francisco Antonio Encina
19 CHIGUAILAF Elicura, “Recado Confidenacial a los Chilenos”, Pag. 32.
20 Ídem.
21 Texto extraído de Internet: http://www.profesorenlinea.cl/chilehistoria/Mapuchereligion.htm . Fuente: Historia de Chile”, Francisco Antonio Encina
22 Ídem.
23 CHIGUAILAF Elicura, “Recado Confidenacial a los Chilenos”, Pag. 32-33
24 Texto extraído de Internet: http://www.profesorenlinea.cl/chilehistoria/Mapuchereligion.htm . Fuente: Historia de Chile”, Francisco Antonio Encina

martes, 31 de mayo de 2011

¿Qué es la educación intercultural?

En la actualidad, y específicamente, en estos días, el tema de los pueblos originarios aparece constantemente en los medios, debido al Conflicto Mapuche, que es descrito por ellos como un sin fin de protestas, huelgas de hambre y peticiones de tierras; pero que sin embargo, tiene una serie de características de mayor profundidad, entre ellas los altos niveles de violencia estatal, la penalización del movimiento social mapuche y por la precariedad económica en que muchas comunidades viven en los pequeños espacios a los que han sido remitidos.
La profundidad de la problemática, reside en que nuestra sociedad en general, no conoce su historia, sus orígenes y cultura, es decir, nuestra identidad no responde a una mirada de nosotros a nuestro pasado y nuestros anhelos hacia el futuro. Nuestro país, se ha formado históricamente negando su parte originaria, su conexión biológica y cultural con mapuches, aymaras, diaguitas, atacameños... Es más, muchos piensan que son grupos culturales ya desaparecidos, que "habitaron" nuestro país antes de la llegada de los españoles, pero que ya son historia.
Por esta razón es tan relevante que la sociedad chilena aprenda sobre su propia historia, sobre sus orígenes, cultura e identidad.
La educación intercultural pretende incentivar la identidad original de los chilenos y los latinoamericanos, que nos sintamos pertenecientes a este territorio y revaloricemos nuestra cultura. Es decir, que los estudiantes que compartan con profesores con una formación intercultural aprendan sobre tolerancia, valorización y respeto por su cultura y por las otras con las que tenga contacto.
Esta modalidad educativa presenta una difícil labor, ya que pretende cambiar una situación actual, que se caracteriza por la desvalorización de conocimientos, prácticas y cultura indígenas, hacia una situación futura e ideal, en que las personas, sociedades y culturas convivientes, dentro de Chile o Latinoamérica (por poner un ejemplo) puedan tener una relación intercultural constructiva, de respeto y cooperación.